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Complejo de Barbie


Las mujeres no son muñecas ni adornos, valen más que eso.

La figura de Barbie se ha convertido en la ilusión de muchas niñas que, desde pequeñas, crecen con la idea de un estereotipo de belleza, ya que en ella ven el símbolo de la mujer moderna y exitosa. Pero Barbie es sólo una muñeca que vale por lo que tiene, y no por lo que es. Vale porque tiene los ojos azules, unas pestañas largas y tupidas, una nariz respingada y una boca bien formada. Las mujeres no son muñecas ni adornos, son mucho más que simples cuerpos.

La imagen física es sólo su cubierta; y, claro, es importante que la cuiden, pero eso no significa que vivan para convertirse en un prototipo de belleza. Tampoco, que renieguen de sus rasgos étnicos por querer pertenecer a un determinado estereotipo, el cual tiene como consecuencia una baja autoestima en las jóvenes adolescentes que apenas están desarrollando su personalidad; creándoles una imagen distorsionada de la belleza.

Desórdenes alimenticios como anorexia o bulimia surgen de esa obsesión por tener el cuerpo perfecto, y de la frustración que sienten las jóvenes por no poder alcanzar las medidas de los modelos que el mundo se empeña en promover. Pero la belleza no se encuentra sólo en un estereotipo, sino en cualquier persona; y no importa que sean gordas o flacas, que tengan la nariz respingada o chata, que sean altas o chaparras, morenas o rubias.

Es importante que desde niñas las mujeres acepten su cuerpo, tal y como es, dejando a un lado el complejo Barbie; que sepan que valen no por lo que tienen sino por lo que son. No existe belleza estereotipada, pero sí única: la que existe en cada sonrisa en cada mirada.